PINTURA CHILENA CONTEMPORÁNEA (EXTRACTO)
La obra de Victor Mahana puede entenderse como una pintura figurativa que combina distintos planos de realidad, esto es, espacios cerrados o construcciones, con espacios abiertos y naturales. El contraste entre ambos se traduce en diferentes estados emocionales tensionados (ya que simbólicamente una pared de cemento y la inmensidad del mar, por ejemplo, aluden a cosas diferentes) y que además tienen su eco en los límites del plano (pareciera que Mahana juega con el más acá y el más allá de la pintura). Su producción puede dividirse en un antes y un después a su exposición Cuando desperté no había nadie en el Museo Nacional de Bellas Artes (2013), aunque se mantiene siempre su vinculación con el plano simbólico de la imagen. Mientras que la pintura anterior a su retrospectiva estaba más ligada a la apariencia de semejanza de lo representado con respecto al objeto real, recientemente se ha desprendido del modelo fotográfico hacia un lenguaje más personal. Este tránsito se hace evidente en la pintura, no tanto en el cómo se pinta un objeto, sino más bien en la evidencia de que la imagen final es resuelta a partir de un tránsito del artista en su pintura y no en su referente. El desenlace está compuesto por realidades simbólicas construidas a partir de paletas exuberantes, la apelación pictórica a una diversidad de texturas y la incorporación de variados elementos de la naturaleza como el agua, el atardecer, la noche o la vegetación, convergiendo en una pintura sensualizada.
Elena Losón
Magíster en Artes Visuales UC
LA OBRA DE MAHANA
Su obra se sitúa en un punto intermedio entre la realidad y la imaginación, entre lo figurativo y lo abstracto, en un terreno que podría denominarse “lo real invisible”. Aunque Mahana ha explorado distintos tipos de imágenes y referentes, podemos considerar que toda su obra es un intento por trascender la mirada codificada, los discursos hechos, los dogmas aceptados, entendiendo la pintura como un gesto que plasma sobre la tela una imagen que llega desde otras perspectivas y estados de conciencia. El artista, de este modo, se concibe como un medium que traduce a la obra algo que escapa a su propia visión cotidiana, algo que se transmite desde un “otro lugar”, pero que cobra una existencia material en la pintura. Esta búsqueda, en el campo del arte internacional, se identifica con lo que se ha llamado “arte visionario”, que refiere a artistas que plasman en la obra imágenes captadas en estados de alucinación o de elevación de la conciencia, entre los que figuran nombres como Alex Grey, Anderson Debernardi, Huasi Yachana, etc. Estos artistas, al igual que Mahana, están interesados en la ampliación del conocimiento de la realidad y para ello apelan a esquemas de pensamiento que superan los límites del racionalismo y sus lógicas binarias, recobrando cosmovisiones de culturas ancestrales y pre modernas, que dan cabida a lenguajes simbólicos. Hoy, en un mundo marcado por el abuso del poder, estas visiones vuelven con nueva vigencia, encarnándose también en disciplinas como la astronomía y la neurociencia. Esta línea es coherente con el quehacer de Mahana, quien siempre ha defendido su independencia creativa, sustrayéndose de debates dicotómicos, visiones limitadas o grupos de poder dentro del sistema del arte y sosteniéndose en la práctica creativa como ejercicio de interrogación permanente del mundo y de sí mismo.
Catalina Mena
Periodista y Crítica de Arte
2016